
Al otro lado de la red nos encontramos con alguien sacado de un molde similar. Rafa Nadal tiene lo mismo que Federer y, además, toneladas de un pundonor sin comparación en el deporte mundial. Al margen de las comparaciones técnicas, en las que no entro, también el español sabe ganar y perder y también aporta al deporte, y por extensión a la vida real, una serie de valores que lamentablemente están en desuso.
Nadal tiene todo a favor para convertirse en el mejor deportista español de todos los tiempos, pero también para convertirse en un espejo en el que muchos nos deberíamos de mirar. En una sociedad donde se impone la cultura de la queja, la falta de sacrificio, la falta de respeto por los demás, el egoísmo, la pereza y la poca solidaridad, da gusto comprobar que en esta vida los objetivos se pueden conseguir a base de luchar y luchar con honestidad y sacar el máximo partido a tus posibilidades, aunque sea con una raqueta en la mano.
Los dos tenistas nos regalaron el domingo un momento histórico que dentro de muchos años podremos recordar con emoción: la entrega de trofeos del Open de Australia. Una foto que va más allá del mundo del deporte, para el que así lo quiera ver, claro.
Me gustaría que Nadal fuera mi hermano pequeño, sí, pero también que Federer fuera mi hermano mayor.