25 de febrero de 2009

La tercera guerra mundial

Entró al bar a trompicones, con la mirada perdida y con aspecto de tener un fuerte enfrentamiento con la ducha al tiempo que una estrecha amistad con el tintorro. No se acercó a la barra, se quedó a medio camino, miró al camarero, hizo un gesto con la barbilla en dirección a la televisión, que estaba apagada, y gritó: "¡Ponla, que ha estallado la tercera guerra mundial!". Parecía venir de algún bar anterior dispuesto a seguir la ronda y llevar la noticia por todo el barrio (zona plaza Utrillas). Unos metros a mi derecha, el futbolista Pablo Alfaro, zaragozano enrolado entonces en el Sevilla --habían jugado en la Romareda el día anterior--, hablaba con un amigo. Una casualidad que siempre me viene a la cabeza cuando pienso en ese día. A mi izquierda, cuatro tipos jugaban a las cartas sin hacer ni caso. Detrás de la barra, el camarero disimulaba, como si no hubiera oído nada. Seguí con la mirada al recién llegado, que insistió: "¡Pon la tele, coño, que le han metido un bombazo a los yanquis!".

El camarero accedió a coger el mando a distancia con cierta desgana. Le miraba como si ya lo conociera y no fuera la primera vez que montaba un numerito. Lo que vino después ya es sabido: Matías Prats y su "Dios mío", un segundo avión que se estrella, una torre gemela que se va al suelo y después la otra. Por unos segundos yo también pensé en una guerra, que estaban arrasando Nueva York y otros sitios del país, aunque no tenía claro quién --nunca en mi vida había oído hablar de Al Qaeda o de Bin Laden, para qué voy a mentir--. También pensé en la opción de que estuviésemos viviendo una especie de Guerra de los mundos de Orson Welles, que fuera todo mentira, pero no, de la mano del superclase Matías asumí, asumimos supongo todos en ese bar, que ese día marcaría un antes y un después en la civilización como otros tantos que hemos leído siempre en los libros de historia.

La diferencia, he pensado desde entonces, está en la televisión. El ataque del 11-S no habría sido lo mismo sin imágenes en directo. Precisamente que todo el planeta pudiera ver al instante el mayor atentado terrorista de la historia de la humanidad es algo que todavía no he podido analizar por completo. Dicen que las personas siempre se acuerdan de dónde estaban y qué hacían los días marcados por de grandes acontecimientos o los hechos más llamativos (el asesinato de Kennedy, el 23-F, el España-Malta, el 11-M o las muertes de Franco, Elvis, Paquirri, por mezclar unos cuantos ejemplos de distinto tonelaje...), y evidentemente el 11-S del 2001 es uno de ellos. Pero más si cabe porque las televisiones nos dieron todo lo que pasaba al instante, por lo que la percepción de la gravedad de lo ocurrido deja una huella mayor.

Todo esto es lo primero que me vino a la mente al leer con rapidez la propuesta de Mr. Le Mans. Después, una vez releída, comprendí que quizá la idea era otra, más nostálgica, más en sintonía con lo que en su día supusieron para mí series televisivas como Mazinger Z, Starsky y Hutch, Los Angeles de Charlie o Los hombres de Harrelson, todas ellas santo y seña de una época dorada, pero si ahora me meto con los sentimientos de aquella etapa de mi vida este post se iba a hacer eterno.

PD: El tipo del bar, al que no he tratado de menospreciar en el texto sino de describir, tenía razón: creo que el mundo vive una tercera guerra mundial, que como es lógico no podía ser como las ya conocidas. Es una guerra de características distintas, sin grandes ejércitos a campo abierto, pero una guerra al fin, con puntos de conflicto diseminados por todo el planeta.

PD II: No incluyo la llegada del hombre a la Luna en la lista de acontecimientos porque creo que lo ocurrido en 1969 fue un montaje.