Está claro que políticos como él que no han sabido buscar ni encontrar durante años otras soluciones para zonas tan degradadas como Los Monegros y alrededores, han visto ahora en una banda de bultos sospechosos, desconocidos que huelen a estafa por todos los lados, la panacea para Aragón. Una solución en la que parece claro que no caben ni el sentido común ni una forma no criminalizada de vivir en sociedad ni la moral ni la historia ni, por supuesto, el medio ambiente y esas teorías del desarrollo sostenible que ahora están tan de moda en los despachos políticos. A ver si llega pronto el día en el que toda esta farsa se desmorona. Ya tengo ganas de conocer las justificaciones, excusas y otras tontadas de las que se servirán estos listos para maquillar su ridículo. Pero esa, la de las excusas, ya será otra historia. Por ahora, una frase-resumen: ¡Que no!
C. M