5 de octubre de 2008

La firma de Biel


Un detalle en el Monasterio de Rueda llama la atención y merece un comentario a parte: las firmas para posteridad de José Angel Biel y Javier Callizo (ambos del PAR) en una de las fachadas del recinto. Da pena comprobar cómo los políticos tienen ganas de confundir a la gente y permitir que el subconsciente colectivo se quede con el mensaje de que ha sido gracias a ellos que la plebe podemos disfrutar de lugares como Rueda.

Por lo visto ni el vicepresidente ni el entonces consejero de Cultura se acordaron a la hora de poner la placa que las obras de restauración habían durado más de una década, es decir, tiempo que excedía a sus mandatos, o que habían comenzado por empeño personal del antiguo presidente Santiago Lanzuela (PP) --a cada uno lo suyo por muy gris que sea--.

Es patético ver cómo a estas alturas los políticos siguen deslumbrados por complejos de superioridad propios de los faraones y se enorgullecen de firmarse hasta las paellas dominicales. Y ya no digo la pena que da cuando las rúbricas para la posteridad en cuestión son de segundas y terceras filas. José Angel Winston Churchill Biel debe alucinar pensando que dentro de 50 años alguien que llegue a Rueda le recordará como el artífice de la restauración del monasterio al margen de quién pudiera ser entonces el presidente del Gobierno aragonés. Habiendo vicepresidentes para qué queremos presidentes.

Más le valdría antes de pasar a la posteridad preocuparse por algunos detalles del propio monasterio y en vez de tanta placa con su nombre adecuar algunos paneles informativos, que como muestra la foto más pequeña (pinchar) están vacíos.

C. M.