Roberto Gómez ha dicho hoy en Marca --en otro tiempo periódico de referencia-- que lo de Cristiano Ronaldo aún no se ha acabado. Que el presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, le ha dicho --a Roberto-- que todo sigue igual y que el lunes habrá novedades sobre el caso, de Cristiano, se entiende. Ni el propio Marca se lo cree, que no ha destacado esa 'noticia' en ningún momento en su web a lo largo de todo el día --la inauguración de los juegos le ha venido al pelo--.
Roberto Gómez es de la vieja escuela. Pertenece a ese periodismo anclado en la primera persona, en el que la palabra que más veces se repite es 'yo' y la segunda es "mi" (Mis balonazos, Mi verdad, Tras el humo de mi pipa, como ejemplos). Ese periodismo de mesa y mantel , copa y puro --e incluso Pura, si ese día trabaja--, que tanto daño ha hecho a esa profesión, de esos que construyen un artículo en base a una llamada personal. En plan "y entonces yo le dije...", y " entonces él me dijo..." (ver Marca de 8 de agosto, por ejemplo) En fin, donde te cuenta que el presidente, don Ramón, ha ido a los toros a ver a José Tomás y a Talavante y después ha cenado aquí o allá, restaurantes regidos por este o aquel (que mañana me darán de comer a mí, probablemente por la cara).
Roberto, una referencia en aquellos gloriosos años de Supergarcía, es hoy un es-tó-ma-go-a-gra-de-ci-do que solo vive para contar sus miserias junto a Capello cada vez que éste viene a España a comer jamón. Si el abate Faria estuviera despierto haría la pregunta que se hace todo el mundo en España: ¿Qué hacen Roberto Gómez y Santiago Segurola escribiendo en el mismo periódico? Respuesta: esto es de locos.
Conde de Montecristo