18 de agosto de 2008

El tren de la risa


El parque del Agua se puede visitar gracias a un trenecito que te da una vuelta por 4 euros el trayecto. Eso sí, aunque parezca mentira, todavía está por solucionarse el método adecuado --y justo-- por el cual uno puede acceder a un asiento. El problema es el siguiente: la organización permite que el personal reserve las plazas que quiera en el propio tren mientras otro miembro del grupo espera en la fila para comprar los pasajes, en una taquilla situada a pocos metros --foto pequeña--. Qué pasa cuando alguien que sí tiene billete llega al tren y se encuentra con que un niño bien aleccionado le dice: "Aquí no, que es para mis padres, para cuando vengan con los billetes". Yo tengo billete y no me siento. El niño no tiene y sí se sienta --y además ocupa tres sitios--, porque al parecer sus padres, que estaban detrás de mí en la fila, aparecerán tarde o temprano con tres tickets en las manos. Y la de la taquilla, mientras, se encoge de hombros como si no entendiera el problema. Su expresión es todavía más sorpresiva cuando se le sugiere una solución como la de los billetes numerados o la prohibición de reservar asientos antes de la compra de los billetes. Eh? Cómo? Yo no sé nada. Eso, al jefe. ¿Os imagináis que pudiéramos sentarnos en la butaca que nos diera la gana en el cine mientras un amigo compra las entradas, o elegir un buen sitio en la grada del estadio antes/mientras tu novia pasa por taquilla. En fin, una risa.
L. W.