La gente, por consejo de los policías, ha esperado acontecimientos con sus maletas y sus carros en un parque cercano, a una distancia prudente. Superada la falsa alarma, más o menos a las dos y media de la tarde, los agentes han avisado de que ya se podía pasar, con el consecuente lío de trenes retrasados, colapso en las taquillas, etcétera
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