El 31, con buena parte de la ciudadanía mirando a las uvas y buena parte de la prensa de fiesta (recordemos que ese día no se editan periódicos), fue el día elegido por el Ayuntamiento de Zaragoza para presentar las grandes cifras municipales de la Expo. No perderse los desfases del balcón de San Lázaro, el Parque Metropolitano del Agua o el Club Náutico. Millones de euros que se han multiplicado en el apartado del Debe sin que nadie dé una explicación coherente.
Llevo meses diciendo que los políticos de Aragón son de juguete, profesionales de una actividad que ellos llaman política y que no es sino un oficio etéreo que ellos mismos retroalimentan con sus patrañas, amiguismos, enfrentamientos fingidos, colocaciones a dedo y recolocaciones, verborrea y promesas de gran calado con las que quieren dejar al ciudadano medio boquiabierto.
En una tierra donde no existen las ideas de izquierda ni de derecha, al menos podríamos tener buenos gestores, profesionales que eviten que no se gaste más de lo que se ingrese. Pero lejos de eso no tenemos sino jetas con complejos faraónicos que creen ser ya un trozo de historia y a los que le da lo mismo los desfases, los déficit y que cualquier otro número rojo que se acumule en su gestión.
Los que están en el poder son unos descarados que ni siquiera tienen vergüenza torera y los de la oposición no están capacitados --o no quieren-- para fiscalizar a los primeros y ser vigilantes de sus desmanes. Está claro que todos sobran. Y lo peor es que la población no hacemos nada por evitarlo. No hemos encontrado la tecla que tocar y hacer cambiar las cosas de verdad. Nos dejamos ir, y así nos va.
C. M.