8 de enero de 2009

El personaje

Ramón Calderón es la viva prueba de que la soberbia no tiene límite en el ser humano. Este señor que está manchando la imagen del Real Madrid queriendo que le modifiquen las leyes a su gusto es uno de los seres que más repugnancia me causan. Hay que ser cacique para intentar mangonear a la UEFA para maquillar un claro error de gestión en un club que se supone que debe dar ejemplo. Siento auténtica vergüenza ajena. Por su puesto que este personajillo no se merece ni el más pequeño de los espacios en este blog --sé que ver su foto aquí colgada chirría--, pero o escribía esto o reventaba.