Terminado el verano y la Expo (atención a esto) y a la espera de que se sepan noticias oficiales de la ya conocida como Exponabo --para los no iniciados en la materia: muestra internacional de horticultura--, parece que vuelven con fuerza las informaciones sobre Gran Scala --también conocida como Gran Stafa--. Justo en los días en los que estaba previsto poner la primera piedra, ya se habla de que se han apalabrado terrenos en los Monegros, de contraofertas, de planos... y en definitiva, del maravilloso futuro que le espera a Aragón, con unos ingresos en concepto de impuestos que no hay mente humana que digiera.
Todas las cifras que rodean a esta gran broma son brutales, desde los 14.000 millones de euros de inversión que anuncian sus promotores a los 30, 40 o 50 casinos que se van a construir, por no decir de otros tantos hoteles de lujo total. Además, claro, están los parques temáticos, los campos de golf y, para no dejarse nada en el tintero, hasta un hipódromo. De locos.
Pese a que ahora la parte socialista del Gobierno de Aragón echa balones fuera, no hay que olvidar que la presentación mundial a todo meter se llevó a cabo en el espacio más ilustre del edificio Pignatelli, donde precisamente se tomó la famosa fotografía en la que Iglesias, Biel y sus palanganeros juntan las manos como si fueran un grupo de 'cheerleaders' jubiladas con unos desconocidos que dicen que van a construir Las Vegas en Aragón.
En lo que se refiere a la parte regionalista del Gobierno --el PAR, se entiende--, la clave está, cómo no, en la figura del vicepresidente José Angel Biel, un tipo que por lo visto quiere pasar a la historia como el Winston Churchill de Aragón --ser algo parecido al Conde de Aranda se le antoja poco--. En realidad todo este asunto de la Gran Stafa pasa por él. Después de todo, y desgraciadamente, es el único con un poquito más de cerebro en una clase política aragonesa de juguete.
Biel, con un respaldo en las urnas ínfimo, se las ha arreglado para apuntarse en su haber la Comarcalización, la Televisión Aragonesa o telebiel, Dinópolis, la Ciudad del Motor de Alcañiz, la Universidad Privada San Jorge y las reformas de San Juan de la Peña o el Monasterio de Rueda, entre otros logros.
Pero a pocos años de su retirada --terminará expuesto en Dinópolis-- todo le ha parecido poco y ha creído que lo mejor era pasar a la historia como el artífice de un nuevo Aragón --él mismo ha dicho que Gran Scala es lo mejor que ha pasado en esta tierra desde Fernando el Católico--. Un Aragón, claro está, prostituido, vendido al mundo del juego y sus derivados, incluidas las mafias, claro. Lo importante, según Biel, además de los puestos de trabajo son los impuestos directos e indirectos que se generarán tanto para Aragón como para España.
Todas las cifras que rodean a esta gran broma son brutales, desde los 14.000 millones de euros de inversión que anuncian sus promotores a los 30, 40 o 50 casinos que se van a construir, por no decir de otros tantos hoteles de lujo total. Además, claro, están los parques temáticos, los campos de golf y, para no dejarse nada en el tintero, hasta un hipódromo. De locos.
Pese a que ahora la parte socialista del Gobierno de Aragón echa balones fuera, no hay que olvidar que la presentación mundial a todo meter se llevó a cabo en el espacio más ilustre del edificio Pignatelli, donde precisamente se tomó la famosa fotografía en la que Iglesias, Biel y sus palanganeros juntan las manos como si fueran un grupo de 'cheerleaders' jubiladas con unos desconocidos que dicen que van a construir Las Vegas en Aragón.
En lo que se refiere a la parte regionalista del Gobierno --el PAR, se entiende--, la clave está, cómo no, en la figura del vicepresidente José Angel Biel, un tipo que por lo visto quiere pasar a la historia como el Winston Churchill de Aragón --ser algo parecido al Conde de Aranda se le antoja poco--. En realidad todo este asunto de la Gran Stafa pasa por él. Después de todo, y desgraciadamente, es el único con un poquito más de cerebro en una clase política aragonesa de juguete.
Biel, con un respaldo en las urnas ínfimo, se las ha arreglado para apuntarse en su haber la Comarcalización, la Televisión Aragonesa o telebiel, Dinópolis, la Ciudad del Motor de Alcañiz, la Universidad Privada San Jorge y las reformas de San Juan de la Peña o el Monasterio de Rueda, entre otros logros.
Pero a pocos años de su retirada --terminará expuesto en Dinópolis-- todo le ha parecido poco y ha creído que lo mejor era pasar a la historia como el artífice de un nuevo Aragón --él mismo ha dicho que Gran Scala es lo mejor que ha pasado en esta tierra desde Fernando el Católico--. Un Aragón, claro está, prostituido, vendido al mundo del juego y sus derivados, incluidas las mafias, claro. Lo importante, según Biel, además de los puestos de trabajo son los impuestos directos e indirectos que se generarán tanto para Aragón como para España.
Lo que por lo visto no importa son los medios. Biel y los suyos, que como sus antecesores a lo largo de las décadas no han sabido hacer progresar esta tierra por cauces normales y lógicos, prefieren vender sus más de 2.000 años de historia civilizada a cambio de transformarla en un gran casino, es decir, en el paradigma del vicio, la tentación y el descontrol. Todo muy saludable para una sociedad. Y para ello, ha dicho el propio Biel, si hay que cambiar las leyes, se cambiarán. Las del juego y las que sean.
Menos mal que todo esto suena a chufla y que nadie de los que estamos por aquí veremos nunca 40 casinos en los Monegros, pero mientras esta farsa se desmonta, tampoco estaría de más que Biel, sus secuaces y sus 'cheerleaders' supieran que en esta bendita tierra somos muchos los que preferimos ser pobres pero honrados, antes que vender y prostituir nuestra historia por un puñado de dólares... o más. Ser millonario no es obligatorio. Ser un mentecato, tampoco.
Conde de Montecristo
Menos mal que todo esto suena a chufla y que nadie de los que estamos por aquí veremos nunca 40 casinos en los Monegros, pero mientras esta farsa se desmonta, tampoco estaría de más que Biel, sus secuaces y sus 'cheerleaders' supieran que en esta bendita tierra somos muchos los que preferimos ser pobres pero honrados, antes que vender y prostituir nuestra historia por un puñado de dólares... o más. Ser millonario no es obligatorio. Ser un mentecato, tampoco.
Conde de Montecristo